sábado, 19 de septiembre de 2009

Controlar la mente en una dieta

Las dietas pueden parecer estar condenadas al fracaso; el principal motivo es que no solemos seguir las reglas que se nos indican. Todos tenemos algo a lo que nos cuesta decir que no, pero al final, resistir la tentación es la clave para lograr adelgazar con éxito.

Ahora, como parte de una nueva investigación, un grupo de psicólogos ha identificado las partes del cerebro implicadas en resistir a estas tentaciones y ha estudiado el modo de utilizarlas para frenarnos. Al cargo del grupo está el Profesor Walter Mischel, el psicólogo que en los años 60 desarrolló el “marshmallow test” (o prueba del malvavisco), que demostró que si los niños eran capaces de esperar ante una demora en las recompensas, alcanzarían más éxito en su vida posterior. La investigación de Mischel ha demostrado que para resistir la tentación, tenemos que trasladar la actividad desde las partes “calientes” (o apasionadas) de nuestro cerebro a las “frías”. “La mente tiene dos sistemas: uno es frío, lento y deliberado, y permite el autocontrol, el establecimiento de objetivos y la fuerza de voluntad; podríamos llamarlo el sistema del ‘no’. El otro es apasionado, emocional e instintivo, y está presente desde el nacimiento; es el sistema ‘¡adelante!!’”, señala Janet Metcalfe, profesora de psicología de la Universidad de Columbia y coautora, junto con Mischel, de un trabajo sobr ela fuerza de voluntad.

Cuando vemos un trozo de tarta de chocolate, la parte “caliente” de nuestro cerebro reacciona con pensamientos sobre su delicioso sabor y el placer que nos proporcionará un pedazo. En lugar de dejarnos ir, lo que tenemos que hacer es activar la parte “fría” de nuestro cerebro pensando en nuestros objetivos y poniendo en práctica la previsión. Podemos imaginarnos por ejemplo lo bien que nos sentiremos al poder ponernos nuestro vestido favorito en un par de semanas o al perder esa antiestética barriga antes del verano. Es una estrategia sencilla, pero los experimentos han demostrado su gran eficacia.

La percepción también es importante. Regalarnos la vista con alimentos deseables activa el sistema caliente de nuestro cerebro, lo cual explica algo que ya sabemos de forma instintiva: esconder las galletas en un armario, donde no las vemos, hace que comamos menos. “El problema de las dietas es que están llenas de fotos de comidas de dieta deliciosas y todo eso favorece la activación del sistema caliente”, señala Metcalfe.

El estrés es otro elemento fundamental, ya que se ha demostrado que activa la parte caliente del cerebro, haciendo que comamos en exceso. Daryl O’Connor, psicólogo de la Universidad de Leeds, ha realizado experimentos que indican que las personas bajo estrés tienden a elegir alimentos más ricos en grasa y de mayor densidad energética. “Lo primero es ser consciente de cómo el estrés modifica nuestro comportamiento y, después, desarrollar un plan de acción para hacerle frente. Este plan podría consistir en tomar unos aperitivos saludables para encontrar modos de arreglárnoslas mejor con nuestro tiempo y nuestras emociones”.

Los escáneres cerebrales han indicado también que la memoria desempeña un papel importante en comer demasiado. Por ejemplo, si comemos chocolate habitualmente, luego, cada vez que lo veamos recordaremos el placer que produce. Sin embargo, el Dr. Leigh Gibson, de la Universidad de Roehampton ha descubierto que cuando se deja algo, las ganas, en lugar de aumentar, van disminuyendo, lo que demuestra que los antojos son el resultado de ceder habitualmente a la tentación.

Las investigaciones son claras: para estar delgado, en forma y sano, hay que controlar la mente.

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